Diversidad funcional y ecología política y social

Ponencia política para EQUO.

 1. Introducción.

Pudiera pensarse que para las personas con diversidad funcional, históricamente excluidas de los estándares de derechos civiles, económicos y sociales básicos, la economía del Decrecimiento quizás no es una opción. Sin embargo, construir herramientas ante la feroz inevitabilidad de ésta es competencia, también, de la política verde, del ecologismo social. Frente a los proyectos políticos tradicionales, una alternativa ecosocial debe sustentarse en propuestas para la equidad capaces de alterar significativamente los problemas de la ciudadanía en el medio y largo plazo.

En el caso de las personas con diversidad funcional se ha revestido inmemorialmente con la categoría de “problemas” lo que en realidad es opresión y exclusión: la negación de sus derechos humanos básicos. Y ello sin que se produzca una reacción de alarma social en consonancia. Situaciones que no serían toleradas por la mayoría, se contemporizan para este colectivo con actitudes de indulgencia de un apartheid de baja intensidad que descalifica el modelo de sociedad en la que malviven cerca de cuatro millones de personas (3.847.000, casi el 9% de la población, según el INE, 2008).

Por otro lado, muchas de las cuestiones que afectan a este grupo heterogéneo impregnan y alcanzan ya al resto de la población al extremo de convertirse en otro elemento más de las prioridades políticas estratégicas. En muy breve plazo (en torno a 2050, según el INE) el 30% de la población de nuestro país estará formada por personas mayores de 65 años (con 4 millones de octogenarios), y en cálculos de la ONU para entonces seremos el país más envejecido del planeta. Esta magnitud se entiende mejor cuando se asimila que en gran medida a mayor longevidad, mayor discapacidad, poniendo sobre las tareas de álgebra política la resolución de un binomio inevitable y natural. También en la ecología social.

Durante un breve periodo del pasado histórico se han producido mejoras en los sistemas de salud y de apoyo social que se han traducido en una mayor tasa de supervivencia de la población en general y de las personas con diversidad funcional, consecuencia del efecto centrípeto del breve welfare state. Sin embargo, esas mejoras costosamente arrebatadas al desarrollo del capitalismo moderno, pierden su lustre benéfico cuando se cae en la cuenta de que la longevidad incrementa el riesgo de adquirir una discapacidad, y con temor cuando esas limitaciones se producen en sociedades en las que se quebraron intencionadamente los esquemas tradicionales/patriarcales de apoyo en la familia y en la comunidad. Desmantelado el escenario del bienestar a cuenta de la crisis económica, desposeída la población de los recursos financieros de soporte, se encontrarán ante el espejo que les devuelve una imagen social que venían asignando hasta ahora a las personas con diversidad funcional.

2. Venimos del futuro del neoliberalismo.

Lamentablemente, cada vez es más alarmante la evidencia de que nuestros entornos tóxicos se han convertido en generadores de graves daños para la salud y que, cuando menos, sus efectos se presentarán y mantendrán como situaciones de discapacidad, incluso entre la población más joven. Esas situaciones se establecen ya sobre el mismo modelo excluyente y desdeñoso que viene zafándose de las personas con diversidad funcional, ubicadas en lo secundario de la acción política incluso por las organizaciones y partidos que alardean de una copiosa prosapia social. No podrán encontrar los apoyos necesarios. De modo parejo a la edad y las limitaciones, muchos hombres y mujeres descubrirán/descubren ahora la hostilidad del diseño de sus ciudades, la imposibilidad literal de deambular libremente, de acceder a sus edificios, de usar los servicios públicos más básicos de salud o educación, servirse de sus artefactos menores y mayores de su sociedad tecnologizada, experimentar la exclusión de sus medios de transporte… Comienzan a interiorizar el aislamiento, la invisibilidad y saberse cada vez más atrapados en un mundo concebido sólo para el hombre unidimensional que la ensalzada economía productivista, del crecimiento y la superexplotación humana y de la biosfera ha establecido y aplicado para ellos y ellas. Descubren que con su tiempo vital y su dinero han financiado su exclusión.

Es por esto que EQUO, que la ecología social y política está obligada a decapar la vieja pintura, los barnices que camuflan la desidia política incrustada en la conciencia colectiva y en las obsoletas y pesadas maquinarias del estado y del poder económico. Como organización política de vanguardia, EQUO esta obligada a insistir en evidenciar ante todos el deterioro ambiental y social, la desmedida proliferación de enfermedades tumorales y reactivas al medio ambiente contaminado, los riesgos alimentarios, los daños irreversibles en la biodiversidad del planeta… Las esclavitudes en tiempo vital y social impuestas por el sistema económico y productivo, hacen cada vez más apremiante iniciar ese camino hacia una alternativa político-social superadora del capitalismo y el productivismo. Se trata de descubrir, colectivamente, paso a paso una alternativa capaz de conciliar el cuidado de la naturaleza al tiempo que tomar conciencia de la necesidad de cuidar y ser cuidados/as.

3. Propiciando una economía ecofeminista.

Gracias al bagaje aportado por la economía ecofeminista, EQUO parece obligado a tomar su testigo para insertar en la cultura y en la acción política orientaciones que aporten opciones al impacto lesivo de la actual crisis social que, ligada a la crisis ecológica sin precedentes que afrontamos, es consecuencia de la deriva calamitosa a la que el quimérico horizonte neoliberal del bienestar supeditado al crecimiento nos viene arrastrando históricamente. Parece inexcusable dotarse de instrumentos con los que abordar ya una mayor dimensión ecofeminista para favorecer una economía política responsable.

El capitalismo patriarcal, androcéntrico, ha alienado a personas con diversidad funcional y mujeres tras una barrera de constante devaluación social y cultural, pero imponiendo sobre estas últimas el cuidado de los primeros, cargando sobre su fuerza de trabajo los costes de reproducción social en el trabajo de cuidados que, como otros, no se registrarán jamás en las gráficas de sostenimiento del sistema. Con ello, la mirada ecofeminista ha evidenciado más si cabe la contradicción entre el proceso de reproducción de personas y el proceso de acumulación de capital, lo que se traduce para el neoliberalismo imperante en que las personas no son objetivo prioritario, sino que están al servicio de la producción. Y si eso no es posible al completo, como ocurre con las personas con diversidad funcional, se retoma el modelo de la prescindencia con mayor o menor brutalidad.

Así como el ecofeminismo reformula la identidad humana, la vida y la organización social en los ritmos naturales y las éticas y políticas que eso genera, el Movimiento de Vida Independiente de las personas con diversidad funcional, superando el modelo médico-rehabilitador y el asistencialismo, reclamando la equidad basada en el derecho, la democracia y la igualdad ciudadana, coincide con el primero en un modelo que se deshace del androcentrismo opresor como regidor de la economía. Proclive a una economía verde y de transición, puede comprometerse en hallar nuevos contextos de relación, de interacción revalorizada por el respeto a la diferencia, a la diversidad humana, a los tempos marcados por la naturaleza y el reconocimiento de toda la arquitectura oculta que sostiene la vida.

Esta convergencia esta llamada a ser punta de lanza:

  • para poner en valor modelos de trabajo centrados en la persona y el medio;
  • para hacer que el reparto sexual del trabajo, incluido el de cuidados, entre en la normalidad de las actividades necesarias para la vida;
  • para revaluar rentas mínimas y máximas reduciendo la pobreza endémica entre las personas con diversidad funcional;
  • para llevarnos a nuevas escalas de progresividad fiscal con las que afrontar la inversión en cuidados de las personas y el medio;
  • para encontrar una economía autoreproductiva adaptable a la vida y la naturaleza;
  • para estimular el tránsito a la vida en comunidad progresando hacia la reducción máxima de los centros de internamiento;
  • para reconfigurar el territorio y las ciudades como entornos adaptados a la vida y no a la producción;
  • para disminuir la globalización, también, en la transferencia de los cuidados a las mujeres emigrantes…

Para contribuir a generar, en definitiva, un efecto dominó hacia una anticipación de políticas para el mantenimiento de la vida y la dignidad humana. Pero esta vez para todos.

4. Conclusión. Conjura para una clave política.

Las inminentes y aciagas previsiones privatizadoras contenidas en los distintos tratados de libre comercio (TTIP, CETA, TISA…), ensombrecen aún más el panorama al dejar puertas abiertas a la avaricia neoliberal en estructuras del estado cada vez más acosadas como el sistema público de salud, la educación, el control medioambiental, los servicios sociales o la administración. La amenaza se traduce en la restricción de la autonomía del Estado sobre esos servicios, su privatización, la incapacidad para retornarlos al control ciudadano y garantizar indemnizaciones desorbitadas a los inversores privados de semejante asalto. La vulnerabilidad endémica en la que han sido colocados colectivos como el de las personas con diversidad funcional en estos ámbitos ahora más codiciados, debe animar a organizaciones como EQUO no sólo a posicionarse frente al saqueo global organizado como viene haciendo, sino a estimular desde el poder político y legislativo que alcance a ser permeable al germen alternativo capaz de horadar estos muros crecientes, aun con la lenta constancia social de las hormigas frente al neoliberalismo.

Las organizaciones políticas como EQUO deben valorar con urgencia adoptar una conciencia activa asentada en modelos ideológicos/legislativos que se inspiren en la “Diversidad” y la “Vida Independiente” como estímulos políticos capaces de inducir didácticas para la transición hacia los derechos humanos de las personas con diversidad funcional. Y ello con la audacia de ubicarse frente a paradigmas de intervención clientelares que han demostrado su ineficacia o que sólo han servido a la desidia social e institucional y al mayor enraizamiento de la desigualdad.

Sobre lo expuesto anteriormente, bien puede decirse que al correr del tiempo que nos ha tocado vivir se conjuran elementos que deberían inducir a EQUO hacia planteamientos de vanguardia social y de derechos civiles:

  • Incorporar transversalmente a su acción política la constante de la perspectiva de la diversidad funcional (con el rango que en el pasado se otorgó a la de género), exigida por justicia histórica y por vincularse a una apremiante respuesta a un escenario demográfico inminente, complejo e inexorable.
  • Incorporar, parejo a lo anterior, el enfoque ecofeminista, no solo por justicia de género sino por ser el catalizador que facilitará la reacción de desmantelamiento del sistema económico liberal por otro fundamentado en la vida y la sostenibilidad.
  • Estimular políticamente y dar visibilidad interna y externa a toda iniciativa de propuestas de transición hacia modelos rigurosos con los derechos sociales, económicos y políticos de las personas con diversidad funcional.

Al contrario que otros partidos políticos, EQUO debe aceptar el reto de saber que para esos objetivos NO HAY RECETAS; que la construcción de esos modelos descansa en una constancia de atención a nuevas formas de socialización que ya se están dando en los suburbios de la política institucional y que tienen que ver con la autogestión, con las redes de cuidado, con fórmulas de cooperativas de vivienda, de servicios o residencia, etc.

Por demás, a pesar de no existir otras recetas políticas que las que priorice el diálogo y la participación social, en el ámbito de las personas con diversidad funcional si existe un repertorio de incumplimientos para el corto y medio plazo vital que han desvinculado a este colectivo de la política como motor eficiente para el cambio y que EQUO puede recoger como ideas fuerza en su ideario y acción ecosocial:

  • Trasposición REAL de la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad, inflexible y evaluable en fórmulas abiertas de participación.
  • Desinstitucionalización – Estimular/facilitar tránsitos hacía la vida autónoma y en comunidad.
  • Impulsar la ASISTENCIA PERSONAL, entendida como un derecho humano y herramienta para la desinstitucionalización paulatina y praxis clave para un cambio cultural e histórico.
  • Educación no segregada – Socializar en la diversidad humana con los apoyos necesarios.
  • Una sociedad sin violencia (especialmente la ejercida sobre mujeres y las niñas con diversidad funcional).
  • Diseño para todos: accesibilidad universal; aplicación estricta de la legislación. Régimen sancionador.
  • Normalización en la visibilidad social.

Traducido a la acción inmediata, debería servir para estimular iniciativas legislativas como:

  • Ley de Apoyos para la Vida Activa (Asistencia Personal, desligada de la llamada Ley de Dependencia).
  • Ley del Transporte Accesible y Especial.
  • Financiación de Programas/Planes para la adaptación/accesibilidad/rehabilitación urbana, de viviendas y el transporte público.

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14 de agosto de 2016, Tomonde, Vedra (A Coruña).

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