¿Algo sobre mí? Pues no sé...

Por dar una semblanza a curiosos, decir que inicié estudios de Filosofía en Madrid, mi ciudad natal y profesionalmente, aparte de otros empleos, trabajé en distintas organizaciones de personas con diversidad funcional. Gestioné multitud de proyectos de distintos programas e iniciativas de la Comisión de la U.E. vinculados a este colectivo del que soy parte. Durante dos años hice trabajos de evaluación como consultor social para la Dirección General V-E3 de la Comisión Europea. Trabajé también para ENIL Secretariat, Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, organizaciones locales… Soy autor de algunas publicaciones relacionadas con la temática de la diversidad funcional y editor de otras tantas desde Diversitas Ediciones (Asociación Iniciativas y Estudios Sociales).

Estoy vinculado ideológicamente al Movimiento de Vida Independiente (MVI) desde los años 90 del pasado siglo y en el 2001, junto a otros activistas, colaboré en el establecimiento del Foro de Vida Independiente. En torno a esta experiencia tuvo lugar el Primer Congreso Europeo de Vida Independiente, celebrado en Arona (Tenerife) en abril de 2003, desarrollando para este los trabajos de consultoría y Secretaría Técnica, en un evento que significó la propagación de esta ideología en nuestro país

En 2004, colaboré en las acciones que culminan con la aprobación del sistema gallego de Asistencia Personal. Fui impulsor de la constitución de la Federación de Vida Independiente y anteriormente co-fundador de VIGALICIA entidad de la que actualmente soy miembro de su directiva, y participé en la creación de SOLCOM.

Paso da Cova (Gundián) no río Ulla.

Dice la leyenda que cerca de mi casa, aún en el Concello de Vedra, allá por el siglo XIV, había un monasterio templario arracimado entre las peñas sobre el río Ulla, tras las que se extendía una gran laguna que los templarios desecaron horadando las rocas y dando salida al río por ese angosto estrechamiento del cauce.

Ultimamente creo estar poseido por el espítitu de algún eremita, quizás algún viejo monje de aquellos que abandonó u olvidó la orden para criar roña y aturdimiento en alguna cueva entre las peñas de esa garganta. Quiero pensar que aun merodea por allí, mesándose las barbas mientras medita observando ahora la vía del AVE sobre un puente descomunal, el esqueleto mondo y hormigonado de un monstruo de dimensiones colosales que salva para el ferrocarril el Paso da Cova.

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